empatía emocional

¿Hay dos tipos de empatía, tres, cuatro, cinco? Existen varios tipos de empatía. En este artículo te contamos cuáles son los tipos de empatía más conocidos, sus características y algunos ejemplos, para que conozcas más acerca de esta emoción.

EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

Cuántos tipos de empatía hay, sus características y ejemplos

Existen varios tipos de empatía: cognitiva, emocional, ecpatía y….

La empatía ha sido asociada con la emoción innata de poder conectarnos automáticamente con los sentimientos de otros, pero también se relaciona con diversos procesos cognitivos como la inteligencia, el aprendizaje, la percepción, el juicio y la memoria.

Sea como una emoción o como un proceso mental, la empatía se manifiesta de varias formas, las cuales se traducen en distintos tipos de empatía. ¡Te los presentamos!

Empatía cognitiva

¿Te has formado creencias sobre la mala o buena intención de una persona con solo ver cómo actúa o habla? Así se manifiesta la empatía cognitiva, la cual se refiere a la habilidad de predecir y explicar el comportamiento propio y el de los demás, otorgándosele un estado mental: intenciones, emociones, creencias.

Esta visión mental de los motivos o intenciones de otros nos ayuda a situarlos en una circunstancia que hemos preconstruido y, por tanto, se encuentra enmarcada en ‹‹la teoría de la mente, definida por Gallagher y Frith››, porque actuamos como haciéndonos ‹‹una mente›› de las personas.

Robert Hogan afirma que la comprensión de lo que pasa por la mente de otros, es una construcción de ‹‹estados mentales ajenos››.

Por esta razón la empatía cognitiva puede ser situacional. Mestre y Samper la consideran una situación personal: ‹‹la empatía es un estado o experiencia afectiva vicaria (afecto compartido) de las personas ante una situación concreta››.

Empatía emocional

¿Entiendes fácilmente las emociones de otros? ¿Tienes el título de ‘consejero/a’ en tu grupo de amigos, por ser una persona sensible?

A esto se le llama empatía emocional, considerada un comportamiento antiguo o primitivo, espontaneo, natural e imitativo: conectamos con las personas con sólo mirar sus gestos o escuchar su voz.

Los estudiosos de la empatía emocional parten de los primeros estudios de Theodor Lipps, quien la cataloga como una percepción automática, por lo que otros la denominan ‹‹empatía disposicional›› o ‹‹empatía de rasgo››. Nacemos con una predisposición empática.

Empatía emocional y empatía cognitiva, matices y diferencias

La empatía cognitiva trata de hacerse una idea, al margen de las emociones propias, de la situación emocional por la que está pasando la otra persona. Es diferente de la empatía emocional o empatía afectiva, puesto que en ésta última no sólo te haces una idea (mental), sino que tus emociones también entran en juego cuando estás empatizando.

La empatía cognitiva es mental, es racional, es … cognitiva. Pero no es emocional. Por eso, podemos hacernos una idea, comprendiendo y no juzgando los sentimientos de los demás, pero nosotros no sentimos dolor emocional, afecto o algún tipo de malestar asociado al malestar que tiene la otra persona cuando lo estamos empatizando cognitivamente. Sin embargo, gracias a la empatía racional podemos empatizar con su situación, sin que nuestras emociones entren en juego.

Ejemplo para entender la empatía cognitiva y emocional 

Ejemplo 1:

Imagina que estás con un amigo que siempre se está quejando de que nada le sale bien, de que tiene mala suerte en todo, de que se siente mal. Tú puedes sentir el momento por el que está pasando tu amigo de diferentes formas: 

  1. Comprendes su situación. Sabes que siempre le pasa lo mismo: nunca se siente bien por lo que hace y piensas que siempre se machaca a sí mismo. También piensas que tiene que ser complicado sentir que estás fracasando cada vez que haces algo, pero no te motiva a hacer nada para ayudarlo ni te sientes afectado emocionalmente por ello.. Este es un ejemplo de empatía cognitiva o racional, pues estás simplemente entendiendo su situación, sin juzgarla y sin implicación emocional. 
  1. No sólo comprendes su situación y sus quejas, sino que te apenas, en cierta forma, por cómo lo está pasando y por el agobio que siente. Eso te lleva a tratar de hacer algo para darle ánimos y ofrecerle soluciones para que no se sienta así. Este es un claro ejemplo de empatía emocional.
  1. Piensas que es un pesado, un cansino y que siempre está con la misma historia. Sus comentarios y su situación te molestan. Este caso es un ejemplo en el que no estarías empatizando con tu amigo de ninguna manera.

Ejemplo 2:

Un empleado de tu empresa te comenta que ha fallecido su mejor amigo y que está afectado por ello. Te dice que cree no poder entregarte el informe esa tarde, porque no se siente bien. Vamos a ver de qué tres formas se puede responder ante esta situación.

  1. Entiendo, es una pena que pasen estas cosas, se pasa muy mal. Pero tenemos que entregar el trabajo hoy, Juan”. Este es un ejemplo de una respuesta donde empatizas cognitivamente. Sabes que Juan lo está pasando mal, pero no te detienes en la situación, ni te implicas en su malestar. En lugar de eso, le recuerdas que el trabajo hay que entregarlo hoy.
  1. Lo siento mucho Juan, hace un año también murió mi mejor amigo. Voy a tratar de buscar otra persona que entregue el informe. Vamos a ver si Gabriel tiene un hueco y nos echa una mano con ello, porque realmente, nos urge entregar el trabajo en el día de hoy”. En este caso tu respuesta es un ejemplo de empatía emocional hacia la situación por la que está pasando Juan. En primer lugar, estás acogiendo sus emociones. No es lo mismo decir: "lo siento mucho, Juan" (de una forma sentida), que decir “entiendo, es una pena que pasen estas cosas pero...” (como se dijo en la respuesta anterior. Además, dejas claro que el trabajo tienes que entregarlo hoy, pero que vas a tratar de buscar soluciones para que él pueda darse un tiempo, y tú puedas tener el trabajo terminado. Por tanto, estás actuando teniendo en cuenta tu situación y, además, la suya.
  1. Juan, todos tenemos problemas. Son cosas que pasan. Además, no es un familiar, como si fuera tu madre, es un amigo. Venga, que si te pones ahora mismo, en dos horas ya lo has terminado”. En esta respuesta de ejemplo no estarías sintiendo, ni mostrando empatía por el trabajador de tu empresa. Con esta respuesta, demuestras que no te importa cómo se siente Juan ni lo que significa para él la muerte de su amigo, pues le estas quitando importancia al compararlo con lo que supone la muerte de un familiar. Además, minimizas e infravaloras el cómo le está afectando la situación.

Empatía cognitiva, empatía emocional y la personalidad

En la empatía entran en juego muchas variables de la personalidad que hacen que la diferenciación entre empatía cognitiva y afectiva se vea en diferente grado, y con diferentes matices.

Podemos observar cómo la forma de empatizar es diferente en cada persona. Seguro que conoces personas que son distantes en el trato, las percibes más frías emocionalmente. Este perfil de personas, empatizan de una forma más cognitiva que emocional.

Seguro que también conoces personas más cálidas y cercanas emocionalmente, suelen ser personas sensibles que se preocupan por el bienestar de los demás. Este perfil de personas suele empatizar más emocionalmente.

Hay personas que tienden a empatizar de forma más cognitiva, pues la conexión que llegan a alcanzar con las demás personas no es emocionalmente profunda, sino más bien funcional. Ven lo que le pasa al otro, además con mucha claridad (pues tienen facilidad para captar las emociones de los demás), pero no se ven afectados emocionalmente por ello, por tanto, tampoco se sienten motivados para acoger las emociones de los demás o aliviar su malestar. 

Otros tipos de empatía

La ecpatía

Es conocida la ecpatía como un tipo de empatía por varios autores, sin embargo, bajo nuestro criterio, esta no sería un tipo de empatía, sino un modo de empatizar. Explicamos a continuación por qué.

La ecpatía deriva del griego ek-patheia, que significa ‹‹sentir fuera››. Es un proceso mental de exclusión activa de los sentimientos inducidos por otros. No se debe confundir con la frialdad o la indiferencia, sino que se explicaría como el arte positivo de compensar la empatía sanamente regulando el grado de implicación emocional con el otro. La ecpatía actúa como un mecanismo de defensa para no dejarnos abatir emocionalmente por los sentimientos ajenos.

Recordamos que un alto grado de empatía requiere una conexión con las emociones de los demás que puede llegar a suponer un estrés emocional para el que empatiza, pues requiere de un proceso de identificación actitudinal, requiere tener la capacidad de manejar la propia vulnerabilidad y el impacto que la experiencia ajena tiene sobre sí. Sumergirte en el mundo del otro puede llegar a ser desgastante si no mantenemos cierta "distancia emocional de seguridad".

La ecpatía ayuda a regular el grado de implicación, es una actitud mental compensatoria que nos protege de la inundación afectiva de los demás.

No es igual que ser fríos, duros o indiferentes. Es más bien una acción de nuestra mente que nos protege de quedar enganchados a las emociones de otros, y ocurre, por ejemplo, cuando decidimos escuchar los problemas de una persona, sin identificarnos con su sufrimiento o situación.

La empatía como emoción extrínseca

El enfoque cognitivo distingue la fantasía, como propensión a identificarnos con personajes ficticios, y la adopción de perspectivas, como hacer nuestros los sentimientos de otros.

Chauvie Costabel se refiere, por ejemplo, a la capacidad de una persona de expresarse sobre objetos estéticos observados, y cómo influye esto en su conciencia.

Estudios sobre el comportamiento empático han develado que las neuronas espejo cumplen una función importante en la internalización de emociones ajenas, a partir de lo cual es posible deducir o intuir las motivaciones, intenciones y sentimientos de otros.

La empatía como emoción intrínseca

La empatía como una emoción es fácil de distinguir en los niños, especialmente cuando imitan el llanto, la risa o el enojo. Eso nos dice, gráficamente, que la empatía es una emoción intrínseca (es decir, que es propio de cada uno), la cual nos ayuda a relacionarnos y a ser mejores según aprendamos a socializar.

A su vez, la empatía como una emoción es observable, de acuerdo a Kingsley Davis, en la compasión y preocupación por otros, denominada ‘angustia empática’. Y, seguramente, en más de una ocasión te has sentido ansioso/a al ser testigo de eventos desagradables en otros. A esto, el autor lo denomina ‘aflicción personal’.

Empatía e inteligencia emocional

¿Sabías que los vínculos sociales requieren de una alta dosis de empatía para desarrollarse sanamente? De hecho, se encuentran influenciados por cómo gestionas tus emociones para conectarte con las de los demás. Según Extremera y Fernández, esto es la inteligencia emocional, la cual nos permite ser empáticos/as sin mezclar nuestros sentimientos con los de otros, ni dejarnos abatir por la situación. 

Para desarrollar la inteligencia emocional es preciso poner en práctica la escucha activa, la buena comunicación, la solidaridad y el estar con el otro cuando está en aprietos y cuando se encuentra feliz o alegre.

Estos tipos de empatía nos ayudan a fortalecer los lazos con las personas que amamos, al mismo tiempo que nos permiten mantener relaciones sociales sanas. Gracias a la empatía podemos ser mejores con nosotros mismos y con quienes nos rodean.
 

Referencias

Chauvie Costabel (2015). Empatía: Efectos de los vínculos primarios (TFG). Universidad de La República, Facultad de Psicología, Uruguay.

Extremera, P. y Fernández, B. (2004). Inteligencia emocional, calidad de las relaciones interpersonales y empatía en estudiantes universitarios. Revista Clínica y Salud, 15 (2), 117-137. ISS: 1130-5274.

Fernández, López y Márquez (2008). Empatía: Medidas, teorías y aplicaciones en revisión, anales de psicología, vol. 24, nº 2 (diciembre), 284-298. ISSN edición impresa: 0212-9728. ISSN edición web (www.um.es/analesps): 1695-2294. (Hogan, 1969).

González de Rivera (2004). Empatía y Ecpatía. Psiquis (25) 6: pp. 243-245.

Sáez, C. (2014). Ponerse en los zapatos del otro. El poder de la empatía. Revista La Vanguardia. pág. 39- 42.

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